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Jonesy el rescate de la gata babeante

Jonesy el rescate de la gata babeante

¿Hemos contado alguna vez los orígenes de nuestra gata Jonesy?

Un día, hace ya unos tres años, un amigo nos llamó por teléfono. Era de noche, más bien tardecito, pero como somos un poco aves nocturnas estábamos despiertos. Nos dijo que había estado paseando al lado de su casa y había visto una gata muy cariñosa rondando allí solita y maullando tristemente. Dice que le había seguido casi a su casa.

¿Habéis visto alguna vez Patrulla Canina? Mi sobrino de 4 años siempre la ve, y nosotros hicimos como la Patrulla, pero en vez de eso, seríamos el Comando Gatuno.


Nos vestimos rápidamente, cogimos el coche y fuimos para allá. Por supuesto, llévabamos armas gatunas: una lata de atún.
Pronto, la gata cariñosa se acercó a nosotros. Estaba delgada, era muy grande y muy cariñosa. No hacía más que babear con nosotros, así que pensamos que estaba resfriada.

Estuvimos con ella como media hora y nos dimos cuenta de que esa gata no era callejera. Demasiado cariñosa, se acercaba, quería estar con nosotros. Así que la recogimos y nos la llevamos a casa.

Pero…en casa…vivía Perro, nuestro otro gato.

La mantuvimos “aislada” hasta saber que estaba bien y que se le pasara el susto a Perro, el gato. Fue difícil, no hacían más que bufarse el primer día xD

Al siguiente día nos fuimos al veterinario con ella para ver cómo estaba y nos confirmaron que estaba bien, no tenía chip y que la habían traído más de una vez porque estaba por la calle semiabandonada. Nadie había preguntado nunca por ella, estuvimos recorriendo la perrera y varias clínicas cercanas para ver si podíamos encontrar los dueños. Y nada.

Y…empezó a engordar. Mucho. Muchísimo.

Así que pensamos lo inevitable: estaba embarazada. ¿Cómo dejar una gata embarazada sóla en un albergue hasta que la adoptaran? No podíamos hacerlo así que decidimos quedárnosla en casa hasta que diera a luz sus gatitos y darlos en adopción.

Pero, claro, Perro seguía allí. Después de tres días bufándose sin parar me cansé y les junté recriminándoles que si no se llevaban bien que lo iban a tener fastidiado…y parecieron hacerme caso, porque dejaron de bufarse. Hasta se lloraban mutuamente si los separaba…

Dos meses después de su rescate, Jonesy era la más feliz del mundo. Gorda como ella sóla, estaba calentita, buffet libre y un gato con el que jugar. Y, claro está, supimos que no estaba embarazada…sino gorda.

¿Pero cómo dejarla en un albergue o darla en adopción? Se había ganado nuestros corazones con sus babeos de placer (sí, babea cuando está agustito), su amor incondicional a Perro y su tranquilidad absoluta. Es la gata más cariñosa que podríamos haber tenido.

Y, tres años después, aquí sigue con nosotros tan gorda, tan guapa y tan cariñosa como el primer día.

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